martes, 29 de julio de 2008

La vida tambien se nos gasta

Nos acostumbramos a vivir en departamentos y a no tener otra vista que no sean las ventanas de alrededor.
Y porque no tienen vista, nos acostumbramos a no mirar para afuera.
Y porque no miramos para afuera, nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas.
Y porque no abrimos del todo las cortinas, luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.
Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, la amplitud.
Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde.
A tomar café corriendo porque estamos atrasados.
A leer el diario en el colectivo porque no podemos perder tiempo.
A comer un sandwich porque no da tiempo para almorzar.
A salir del trabajo porque ya es la noche.
A dormir en el colectivo porque estamos cansados.
A cenar rápido y dormir pesados sin haber vivido el día.
Nos acostumbramos a esperar el día entero y a oír en el teléfono: "hoy no puedo ir",
"A ver cuando nos vemos", "La semana que viene nos juntamos"...
A sonreírle a las personas sin recibir una sonrisa a cambio.
A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.
Si el trabajo está complicado, nos consolamos pensando en el fin de semana.
Y si el fin de semana no hay mucho que hacer, o no disponemos de mucho dinero, nos vamos a dormir temprano y listo, porque siempre tenemos sueño atrasado.
Nos acostumbramos a ahorrar vida.
Que, de a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados,
nos perdimos de vivir.

No hay comentarios: